jueves, 10 de febrero de 2011

Hablando de todo un poco...


[...]

El desig de ser feliços, de viure una vida de qualitat, de tenir relacions exquisides, l'anhel de ser estimats, acollits, cuidats, reconeguts són desigs que subsisteixen al llarg de tot el decurs vital, però el mode de satisfer-los varia substantivament d'un període a un altre. En transitar d'una etapa a l'altra, aprendem a descartar algunes respostes i, d'aquesta manera, ens fem més savis. Per assaig i error, amb penes i treballs, adquirim més gruix humà i les caigudes ens ensenyen a caminar amb prudència. La vida no és un cercle viciós que gira sobre si mateix. És una espiral, perquè si bé es torna a la situació originària, mai no s'hi torna de la 
mateixa manera.... 



El sentit de la vida 

*●๋• Cαlouяiηhα ●๋•*●

miércoles, 9 de febrero de 2011

Capítulo 3.


[ ... ]

Reflexioné un momento sobre qué podría significar su cháchara de galleta de la suerte, pero no tenía la más remota idea.
Y volví a pensar en el convite del funeral. Nina quería quedarse con Alex. Y él cedería. No hoy, ni mañana. Pero seguro que algún día. Lo sabía.
Porque Nina así lo quería.
Y Alex ya estuvo a punto de decidirse por ella una vez.
Yo aún estaba viva.
Y ahora estaba muerta.
O sea que ya no les obstaculizaba el camino y, antes o después, Alex se liaría con ella. Y entonces sería la nueva madre de Lilly.
La idea me hizo un nudo en mi pequeño estómago de hormiga.


Y sólo había alguien que pudiera ayudarme: la hormiga reencarnada a la que la reina iba a ejecutar. Quizás ella sabía cómo puedes influir en la vida de las personas reales siendo una persona con forma de hormiga.

[ ... ]

-¿Conoce la luz que se le aparece a uno antes de reencarnarse?
-Sí. Es como la zanahoria del burro. -dijo el Signore-
-¿Cree que las hormigas van hacia esa luz?
-No lo sé -replicó-, pero me cuesta imaginar que unas criaturas tan comunes como las hormigas acumulen buen Karma a lo largo de su vida.
Me quedé muy asombrada:
-¿Karma?


Por supuesto, ya había oído hablar antes del karma. Alex había leído un libro
sobre el budismo cuando estaba en plena crisis con sus estudios de Bioquímica. Yo,
en cambio, cuando entraba en crisis, prefería leer libros con títulos como Quiérete a ti
misma, Quiérete más a ti misma y Olvídate de los demás.

[ ... ]

-¡Tenemos que avisar a las hormigas! -dije a Casanova, sin tener la más remota idea de cómo iba a conseguir que esta vez me escucharan.
Entonces oímos el retumbar del agua que entraba bramando por el túnel.
-Demasiado tarde -dijo Casanova.
-Eso parece -asentí con tristeza.
-Al menos hemos salvado a unas cuantas hormigas -prosiguió Casanova-, a lo mejor basta para tener buen karma.
-Ojalá -repliqué.

Y llegó la gran marea.


      De nuevo vi mi vida con mi ojo espiritual: la huida de los aposentos reales, Nina en albornoz, Alex desesperado, yo durmiéndome sobre la mejilla de la pequeña Lilly...
      En ese punto intenté con todas mis fuerzas detener la película. Quería disfrutar del recuerdo de Lilly, de su respiración, de su cercanía, del besito de hormiga que le había dado... Quería saborear todo eso eternamente...
       Pero el torrente de recuerdos se desbordó: divisé a la reina que huía y oí la marea. ¡Y vi la gran masa de agua que anegaba desde arriba el hormiguero! ¡Oí los gritos de las hormigas! Vi que la tierra de la cúpula cedía y nos caía encima. Noté que el agua fangosa me arrastraba... Entonces se me nubló la vista...

Durante un segundo.

Vi de nuevo la luz.
Cada vez más clara.
Era maravillosa.
Me envolvía.

Pero supuse que volvería a rechazarme. Intenté con todas mis fuerzas no abrazarla. No entregarme a ella. No quería volver a llevarme una decepción.
Pero tenía las de perder, era demasiado dulce. Dejé de resistirme.

La abracé.
Me sentía tan bien.
Tan protegida.
Tan feliz.

Entonces la luz me rechazó.
Una vez más.

Me desperté muy triste. Había mentido a Casanova: era cierto que quería ahuyentar a Nina, pero una parte de mí anhelaba enormemente esa luz. Una parte muy grande.

El signore Cassanova tenía razón: era como la zanahoria del burro.



David Safier.

*●๋• Cαlouяiηhα ●๋•*●

martes, 8 de febrero de 2011

Capítulo 2.





Si te despiertas de repente en un cuerpo de hormiga, sólo cabe una reacción normal: No te lo crees.

   En vez de creerlo, intenté reconstruir lo que había ocurrido: me había caído en la cabeza un ridículo lavabo ruso, luego había visto la luz, pero me había catapultado fuera. Eso significaba: aún estaba viva. Seguro que me había fracturado el cráneo. Sí, ¡eso tenía que ser! Seguramente estaba en coma y en algún momento oiría voces,
Pero..., si estaba en coma, ¿por qué mi cerebro imaginaba que era una hormiga? ¿Tenía que ver con algún trauma infantil? Y si era así: qué estrambótico tiene que ser un trauma infantil para que luego, estando en coma, te consideres una hormiga...

[...]

-Nina, tienes una hormiga en el pastel.
Pero Nina no reaccionó a tiempo y fui a parar a su boca junto con el pastel.

Morir deglutida por Nina fue aún más tonto que morir aplastada por el lavabo de una estación espacial.

Mi vida volvió a pasar ante mi ojo espiritual (también las hormigas tienen sólo uno). Pero esta vez fue mi triste existencia como hormiga:

El encuentro con Buda, 
Los improperios de Krttx,
La visión del grandioso hormiguero, 
La brutal paliza al reencarnado, 
La telaraña, 
La pelota de goma naranja, 
El intento de Nina de ocupar mi lugar en la familia...

Cuando ves una vida como ésa no te entristece morir.

Vi de nuevo la luz.
Cada vez más clara.
Era maravillosa.
Me envolvía.
Más dulce que la última vez.
Más cálida aún.
Más amorosa.
La abracé y me fundí en ella.
Me sentía tan bien.
Tan protegida.
Tan feliz.
La pesadilla había acabado.

Durante dos segundos.

Luego volví a ser una hormiga.
Me encontraba en otro cuerpo, más pequeño y ágil, ¡pero volvía ser una puta hormiga!

Regresa a un destino de hormiga, no alcances la paz interior y ¡siéntete más frustrada que nunca!

-Hola -oí que susurraba la voz dulce de Buda.

    Me di la vuelta. De nuevo me encontraba en el túnel subterráneo donde había despertado la última vez. Y esta vez también me sonreía un Buda-hormiga increíblemente gordo. Parecía muy contento consigo mismo, con el mundo, con todo el universo. Totalmente al contrario que yo.

-¡TENEMOS... QUE... HABLAR! -exigí sulfurada.




David Safier.

*●๋• Cαlouяiηhα ●๋•*●

lunes, 7 de febrero de 2011

Capítulo 1.


Enseguida comprendí que era imposible evitarlo. Así es que sólo pensé: «¡Qué manera más absurda de morir!» Siguió el obligatorio «Mi vida pasa delante de mis ojos».

Lástima que no pasen únicamente los buenos momentos. Con mi ojo espiritual, vi lo siguiente:

Mi padre me mece de niña sobre sus rodillas. Yo estoy llena de confianza innata.

Papá me mece en el parque. Sigo estando llena de confianza innata.

Papá huele a panecillos.

Papá nos deja por una panadera. Demasiado para la confianza innata.

Le preparo el desayuno a mamá. Tengo siete años.

En la escuela soy un bicho raro.

Conozco a Nina. Es como yo. Ahora somos dos bichos raros.

Nina y yo apostamos a ver quién pierde antes la virginidad. Tenemos trece años.

Un año después. He ganado la apuesta. Ojalá la hubiera perdido.

Mi padre se va de casa. Ni idea de adónde.

Nina y yo nos vamos de casa. Mucho alcohol. Un poco de éxtasis y mucho dolor de cabeza.

Por fin la selectividad. Nina y yo nos abrazamos.

Alex y yo nos conocemos en Venecia. Lo amo.

Alex, Nina y yo pasamos juntos las vacaciones. Lo constato: ella también lo ama.

Él también siente algo por ella.

Se decide por mí. Uf.

Le grito a Nina que no quiero volver a verla nunca más.

Alex y yo nos casamos en la iglesia de San Vincenzo en Venecia. Estoy a punto de estallar de felicidad.

Nace Lilly. Siento su piel sobre mi barriga. El mejor momento de mi vida.

¿Por qué no puede durar eternamente?

He olvidado nuestro aniversario de boda.

Alex y yo discutimos. Le ha comprado a Lilly una conejilla de Indias preñada.

Le prometo a Lilly que pronto pasaremos un día juntas.

Ulrich Wickert anuncia: «Kim Lange.»

Enseño el culo a seis millones de personas.

Daniel y yo nos acostamos juntos.

Deseo que todo vuelva a ir bien.

El lavabo al rojo vivo de una estación espacial rusa se precipita sobre mí.


Después de ese recorrido rápido por mi vida, de repente vi la luz. Igual que siempre se oye decir en los reportajes de televisión a las personas que sufrieron un paro cardíaco durante unos minutos y luego volvieron a la vida.

Vi la luz.

Cada vez más clara.

Era maravillosa.

Me envolvía.

Dulce.

Cálida.

Amorosa.

La abracé y me fundí en ella.

Dios, me sentía tan bien.

Tan protegida.

Tan feliz.

Volvía a estar llena de confianza innata.


Pero entonces la luz me rechazó.

Perdí el conocimiento.

Cuando volví a despertar me di cuenta de que tenía una cabeza enorme.

Y un abdomen tremendo.

Y seis patas.

Y dos antenas larguísimas.


¡Y eso ocupó el número uno en los momentos más miserables del día!



David Safier.

*●๋• Cαlouяiηhα ●๋•*●