martes, 15 de febrero de 2011

Capítulo 4.



   Tenía la esperanza de no reencarnarme más en hormiga, aunque realmente no acababa de creer que hubiera escapado a ese destino. Al fin y al cabo, mi intento de salvar el hormiguero no había tenido mucho éxito. Sólo había logrado salvar a una reina que oprimía a su pueblo. Sin embargo, si volvía a ser una hormiga, ¿por qué no veía nada? ¿Por qué sólo me notaba cuatro patas en vez de seis?
¿Y por qué demonios alguien me estaba dando lametazos?


-Estate quieta, pequeña. Sólo quiero asearte -dijo una voz afable.
Quise preguntar: «¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú? ¿Ya no soy una hormiga?¿Qué pasa aquí? ¿Dónde está el chalado de Buda?»Pero sólo me salió un largo «¡Iiiiiiiiiiiiiiiiiii!».¿Era yo? Volví a intentarlo. Grité «¡Buda!», pero sólo se oyó «¡Iiiii!».
De acuerdo, estaba claro que aquellos chillidos provenían de mí.
¿Era una cría de perro?
-Tranquila -me susurró la voz cariñosa en tono maternal.


«Tranquila, tranquila», pensé. «Estoy ciega. No puedo hablar. No tengo ni idea del cuerpo que tengo y una lengua no para de darme lametazos: ¿cómo demonios voy a estar tranquila?»
-Iiiii -dije, pues, muy intranquila.
-Mi pequeña, no tengas miedo de la vida -susurró la voz afable.
«No tengas miedo de la vida»: eso estaría bien, pero antes quería saber de qué vida se trataba. ¿Quizás de la de un topo ciego? Pero no estábamos bajo tierra, podía notar los cálidos rayos del sol en mi cuerpo. O sea que no era un topo. Entonces, ¿qué? ¿Una oveja ciega? ¿Un perro ciego? ¿Una gallinita ciega? ¿Encontraría el dedal?

-Bueno, ahora les toca a los demás -dijo la voz, y por suerte se acabaron los lametazos.
«¿Los demás?», quise preguntar, pero también esa vez me salió únicamente un «Iiiiii». Entonces oí otro «Iiiiii», y otro y otro y otro. No estaba sola.10

-Pequeñines, no os pongáis nerviosos. Mamá está con vosotros -dijo la voz cariñosa. Y los otros «Iiiiiis» se fueron acallando.
«Mamá está con vosotros»: qué frase más bonita. Sin embargo, me recordaba lo que realmente iba mal. Daba lo mismo en qué me había reencarnado, no estaba con...

-¡Lilly! Mira cómo la mamá asea a los conejillos -oí decir a Alex.

Una frase que desató un alud de pensamientos:
•¡Lilly está aquí!
• Y Alex también.
• Alex ha matado a casi todas las hormigas.
• Eso me enfurece.
• Aunque él no supiera lo que hacía.
• Él nunca había sido una hormiga.
• Ni un conejillo de Indias.
• ¡¿Era yo un conejillo de Indias?!
• Al menos, eso había dicho Alex.
• Él le había regalado una conejilla a Lilly por su cumpleaños.
• Seguro que la voz era de esa conejilla.
• Y la lengua húmeda.
• O sea que estaba preñada.
• Por lo tanto, yo tenía razón.
• Y Alex se equivocaba.
• El muy idiota.
• Al menos, yo ya no era una hormiga.
• ¡Yupiiiiii!
• Había acumulado buen karma.
• ¡Más yupiiiiiiii!
• Era una conejilla de Indias.
• Realmente, eso no era motivo para ningún ¡yupiiiiiii!
• Eso era una mierda.
• ¿Cómo demonios iba a echar a Nina siendo una conejilla?


-No es cosa tuya echar a Nina -dijo una voz que reconocí en el acto por su tono de Papá Noel. Era Buda.
Y entonces, en medio de la oscuridad, surgió un conejillo de Indias tremendamente gordo, que me sonreía amistoso. Era de un blanco radiante. Y cuando digo radiante, quiero decir radiante: tuve que cerrar los ojos para que el conejillo resplandeciente no me cegara. Buda ya lo había dicho en nuestro primer encuentro: «Adopto la forma de la criatura en la que se ha reencarnado el alma de la persona.»

  Con un movimiento de pata, el conejillo Buda ahuyentó la oscuridad y en su lugar apareció un gran prado con los colores más vivos del technicolor. Se extendía hasta el infinito y por todas partes brotaban unas flores alucinantes que parecían salidas de un tripi de los años sesenta. Estaba clarísimo: aquel escenario no era real. Buda me había secuestrado para poder hablar conmigo sin que nadie nos molestara. Tiene que ser divertido que puedas crearte tu propia realidad. Si yo pudiera, mi realidad sería como sigue: sería otra vez humana, no sería socialmente reprobable engañar al marido con Daniel Kohn y Nina sufriría amnesia y viviría en el lago
Titicaca.
      Me miré y descubrí que era un cachorrito de conejillo de Indias. Tenía un pelaje marrón y blanco, y aún estaba pringosa del parto.

-¿Por qué sólo me he convertido en conejillo de Indias? -pregunté y, antes de que Buda pudiera replicar algo, pataleé con mis patitas-. ¡Yo quiero ser un perro!
¡Quiero, quiero y quiero!
(Una semana antes habría considerado imposible que algún día llegara a decir
una frase como aquélla.)
-Para reencarnarte en perro tendrías que haber acumulado más buen karma.
-¿He salvado a las hormigas que no tocaba? -pregunté.
-No.
-¿No?
-Las has salvado por el motivo equivocado.
-¿Por el motivo equivocado?
-Has actuado por razones egoístas. Porque quieres echar a Nina. Si hubieras hecho lo mismo de todo corazón, ahora serías...
-¿Un perro? -pregunté esperanzada.
-O algo superior -replicó mientras el prado de LSD se desvanecía lentamente a nuestro alrededor.
Ya sólo veía a Buda, blanco y radiante. Y, a su alrededor, una oscuridad intensa.

-Vive una buena vida -dijo el conejillo gordo, y se esfumó.
-Eh, ¡no puedes largarte sin más!
Pero, a esas alturas, ya sabía que aquel idiota podía hacer lo que quisiera. Volvía a estar sola en la oscuridad y pensé qué significaría «algo superior»: ¿un mono o incluso una persona?
¿Y de qué me serviría volver a nacer persona? Sería más pequeña que Lilly.
Un bebé.

    Aun así, volvió a invadirme la esperanza: si fuera un bebé humano, a los dos años ya podría hablar. Se lo explicaría todo a Alex y no dejaría que se liase con Nina. A lo mejor él incluso me esperaría hasta que yo fuera mayor y volvería a casarse conmigo. Él tendría entonces unos cincuenta, y yo dieciocho...

Caray, si hasta estaba pensando en casarme de nuevo con Alex. ¿Aún sentía algo por él?



David Safier.

*●๋• Cαlouяiηhα ●๋•*●
__________________

Capítulo 1 http://calourinha.blogspot.com/2011/02/capitulo-1.html
Capítulo 2 http://calourinha.blogspot.com/2011/02/capitulo-2.html
Capítulo 3 http://calourinha.blogspot.com/2011/02/capitulo-3.html

   ¡Enrróllate! ¡Puntúa esta entrada aquí!   

No hay comentarios:

Publicar un comentario